A mi amiga la violaron
- Daniela Pérez
- Jan 2, 2024
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Hace unos meses, me enteré de una historia muy dolorosa de una de mis mejores amigas, a quien considero una hermana: su violación.
En un momento catártico para ella, en el que se quitó un peso que llevaba cargando desde hace 8 años, fue una valiente por hablar por primera vez de lo que le pasó. Desde entonces, mi vida no ha sido igual, porque las realidades son ajenas, hasta que le pasan a personas cercanas y que uno ama.
Su historia no me pertenece y no voy a ser muy detallista, porque es SU historia, pero contaré el contexto porque creemos firmemente en que esta anécdota puede servir para promover el cambio y la concientización de situaciones similares por las que han pasado millones de mujeres, que además han cargado con la culpa de lo ocurrido en sus hombros.
Es que, esto, me pudo pasar a mí:
Mi amiga salió de fiesta en Cartagena con un grupo. Se tomaron unos tragos y decidieron rematar en la casa de unos conocidos, de una de las amigas con las que estaba. Allí, el licor comenzó a hacer de las suyas, a nublar la memoria y sus reflejos. De repente, tiene un vago recuerdo de tener a uno de los hombres que estaba en el lugar, encima de ella sin tener cómo reaccionar. Lo siguiente, fue haberse despertado confundida desnuda al lado de un hombre con el que nunca tuvo intención de tener relaciones sexuales. Entre la confusión, buscó su ropa en la habitación y salió de ese lugar.
Durante años se estuvo atormentando con la idea de "fue mi culpa, estaba borracha, simplemente tiré con un man”. Que fácil nos ha impuesto la sociedad la idea de que todo es nuestra culpa: si nos vestimos de cierta manera, si utilizamos anticonceptivo o no, si queremos abortar, si hablamos de nuestros derechos. Es tiempo de reaprender sobre esos conceptos que nos han impuesto, porque no fue culpa de ella. Si una mujer no acepta en sus cinco sentidos tener una relación sexual, no significa que esté bien, significa que fue un abuso.
Y los abusos vienen con traumas, que hacen que las personas manden a otra dimensión de su cabeza, consciencia y corazón lo que les pasó y se lo nieguen repetidas veces para que no les duela. Pero el dolor se queda ahí agobiando; hasta que hay un clic interno, quizá acompañado de amor propio y de madurez que les permite aceptar lo ocurrido: "me violaron”.
Mi amiga, vivió sola ser víctima de una violación por mucho tiempo. En silencio y dejando que la carcomiera una culpa que ojalá no hubiera sentido, que ojalá como mujer, hubiera podido expresar sin vergüenza acompañada de alguien que le dijera "todo va a estar bien”.
Durante ese tiempo me hubiera encantado saber y darle un abrazo, pero este es un proceso que muchas viven más rápido que otras y el solo hecho de haberme permitido estarlo contando hoy, implica un crecimiento enorme para su proceso personal de sanación.
Cuando terminó su relato/’confesión’, lloré. No solo ese día, sino por semanas. Todavía lo hago cuando pienso en eso. Y ahora cada vez que escucho un caso de violación, de maltrato hacia la mujer, me duele como si fuera ella, como si fuera yo.
Lo que me dejó su historia es que nadie nos enseña lo que es un abuso ni cómo actuar ante él. Quizá nuestros papás nos previenen del peligro de estar solas por ser mujeres, de tener cuidado con que nos echen drogas en nuestros tragos, de no hablar de más con extraños, pero hasta ahí. Nunca nos dicen cómo es, qué es, qué implicaciones tiene, y cómo debemos actuar si nos pasa. Nunca nos dicen que el abuso no solo lo cometen extraños o gente loca de la calle, sino la misma gente ‘de bien’ o del círculo social donde nacemos. Nunca nos dicen que muchas veces cuando decimos no, van a seguir intentando hasta que asuman un sí. Nunca nos dicen que podremos estar tan borrachas como para ni siquiera poder decir "no".
Estamos acostumbradas a callarnos y no actuar ante situaciones que hemos normalizado porque es mucho más cómodo. Siempre pensamos que la realidad de un abuso está muy lejos, hasta que nos toca y se vuelve tangible lo que viven tantas mujeres en el mundo. Pasa debajo de nuestras narices, con las mujeres que compartimos todos los días.
Amigos, no está bien la ‘vaca muerta’. Amigas, no está bien reírse, acolitar ni celebrar al machito ni sus acciones. No está bien gritar a los cuatro vientos que ‘coronaron’ a una mujer que n quería ser coronada. No está bien que no seamos capaces de alejar a alguno de los nuestros cuando se están sobrepasando con una mujer en medio de una rumba. No está bien que normalicemos sobrepasar los límites. No está bien mirar al otro lado porque es demasiado incómodo. Y sí, hablo en plural, porque este cambio no solo depende de los hombres, sino también de cómo nos cuidamos y hablamos sobre nosotras.
No tengo que hablar de cifras para notar las numerosas marchas de mujeres hartas por todo latinoamérica motivadas por frenar el abuso, pero la realidad es que la mayoría prefiere callar para que el dolor no se haga más fuerte. Señalar en situaciones en las que ‘es ella la que se tomó los tragos’, es ‘su manera de parrandear’, es ‘su coquetería’, sigue siendo abuso.
Abramos la conversación y cuidémonos. Si lo has vivido, no estás sola.
A mi amiga: te amo con mi alma, gracias por prestarme esta historia. No veo la hora que seas TÚ la que se la cuente al mundo para que no se siga repitiendo. Eres grande, eres valiente.